La Atlántida y Canigó representan el horizonte épico de Verdaguer. En el primer caso, la apuesta apuntaba a la creación de un gran poema que diese sentido, dignidad y coherencia a una literatura que renacía.

Verdaguer presentó “La España naciente” en los Juegos Florales de 1868 en donde no obtuvo el eco que esperaba, pero diez años más tarde, no obstante y tras la experiencia del poeta como capellán de navío en la Compañía Transatlántica, la gran composición llegó a su forma definitiva, La Atlántida, que deslumbró a todo el mundo en los Juegos Florales de 1877.

Pero llegó a su plenitud con Canigó, la obra más ambiciosa, personal y representativa del poeta donde se cantan los orígenes legendarios de Cataluña y su nacimiento como patria cristiana.

Atendida la variedad, el vigor y el valor de su obra, no es extraño que a menudo se haya considerado a Verdaguer como la personificación de héroe presencial de la literatura catalana contemporánea.